sábado, 14 de abril de 2012

¡Viejo, déjame en Paz!

¡Viejo, déjame en Paz!
Cuando somos jóvenes jugamos a cambiarlo todo, creemos que somos dioses, que nuestra fuerza jamás nos abandonará y que la vida continuará sin que las horas pasen.
Creemos también que el mundo gira en torno a nuestros caprichos, decimos a boca llena que lo  sabemos todo, que los demás están equivocados, y que no saben nada sobre el pasado, despreciamos los consejos y nos importa un bledo lo que los demás crean. Desaprovechamos oportunidades sin saber que puede ser la última, valoramos lo que no sirve y desechamos lo esencial que es la libertad. No miramos más allá de lo que nuestros ojos juveniles pueden ver, un mejor mañana, nuestros brazos vigorosos nos engañan, nuestra alma es incansable, y la energía siempre está al 100%. Somos rebeldes por una supuesta independencia a nuestros padres, queremos decidir por nosotros mismos (naturaleza de todo ser humano) lo que haremos con esta corta vida. Droga, sexo y alcohol está a la orden del día, y levantamos  el estandarte del libertinaje, que por supuesto es la causa de todos los problemas sociales.
Si nuestros padres dicen no, decimos que sí, y así viceversa un ciclo continuo de atrevimiento contra el respeto y el amor paternal. Continuamos caminando por el camino de la incertidumbre y nos encontramos en un callejón sin salida, en la trampa del tiempo, nuestros bigotes han crecido y nada hemos construido. El corazón se agita ante la impotencia de retroceder el tiempo, nos desesperamos y rechazamos la realidad que empezamos en esta etapa a vivir, pisamos tierra al fin con los golpes certeros que da la vida, al fin salimos de aquel sueño ilusionista que envuelve a los hombres, causándoles sus destrucción. El gran guitarrista que el niño soñó ser, se va con el humo de aquel cigarrillo de etiqueta “Coca-Cola”, el Doctor y Abogado termina siendo un gran charlatán en las cantinas, que en cada pelea pierde un diente y ha sido rechazado por sus amiguitos, que ya no lo hospedan; el señor Policía que dibujada entre viejas hojas de papel, ha sido tirado al tacho por el “virus de la infidelidad”. Recién acaba por darse cuenta que todo fue una ilusión, que fue un mundo de ensueño cruel, que no merece ser recordado pero que a cada instante martiriza, con un “pudo ser…” o un “mejor hubiera hecho…”, y decimos que si podríamos retroceder el tiempo lo cambiaríamos todo. Y así de esta manera se constituye un hombre más que alguna vez jugaba a cambiarlo todo, y creía que era un dios, que su fuerza jamás le abandonaría y que el tiempo no avanza. Se   Constituye un hombre más del montón, un hombre común y ordinario, que nunca escuchó al anciano que le dio vida y que ahora yace en el olvido sin una rosa que adorne su aposento mal conservado. Sus hermanos con sus familias y sus problemas, prefieren ser indiferentes, inclusive a veces dicen que mejor sería que  muera, y así no sufriría. Ya todo está confuso, y te golpeas el pecho de rabia y de cólera con justa razón. Las leyes de la vida se han vuelto implacables y sus sentencias inapelables, no se perdona a sí mismo, está al borde del abismo, sólo falta el golpe y la estocada final, aquel filo del hacha del verdugo se deja ver con temor, la frente le suda por los nervios, el alma se le enajena, su cuerpo está más frío que nunca, sus manos tiemblan, la melancolía lo ha destrozado y el valor para abandonar esta vida se mezcla con el miedo, la cuerda está segura, el arma está rastrillado y sin seguro, revelvea  el filo del cuchillo asesino, está a punto de negar el don de  un Dios misericordioso, se prepara para finalizar el acto sangriento, cuando de pronto escucha una voz que le dice no lo hagas.
El hombre viejo base cinco con un cuchillo en el cuello, encontró la vida. Su latido cardiaco está latiendo como en un amanecer cantado por las aves, el silencio suena a música de Beethoven y el olor de las flores del campo le es agradable, la cama de ripas y  el frío le han caído bien, amaneció con las lágrimas impregnadas en el rostro, recuerda el sufrimiento con un tono de nuevo comienzo, en su corazón ya no hay rencor ni dolor, el perdón es lo único que le hacía falta para liberar su alma,  y así pudo conocer un nuevo mundo que creía haber conocido, en el que el amor es el lenguaje y el perdón es el mapa que conduce al tesoro. Las canas le han favorecido, pues en cada una de ellas recuerda las lecciones que negó un día, y se golpea el pecho de reproche positivo, escribe líneas de textos motivadores, inspirado por el correr alegre de los niños, la risa espontánea de un recién nacido, y en el joven que a menudo ve su rostro reflejado en el espejo, y las publica en el blog que creó Miguel, su adjunto, su energía ya no está en él, su confianza está en Dios, vuela como las águilas, aunque perdió uno de sus ojos ,encontró  la visión. El estandarte del libertinaje que una vez levantó es quemado eternamente en su alma, su fuerza ha vuelto, su descendencia es como las arenas del mar, y por primera vez con los rayos del sol, una sonrisa se deja ver en su rostro. Se pregunta por qué lo hace? Abre el libro y se da cuenta que ha vuelto a nacer, que la misericordia existe, y que logró lo que un hombre “recto” muchas veces no alcanza, la verdad y la libertad; sin embargo entre líneas para él la palabra juventud, quedó como un tiempo desperdiciado, y poco aprovechado, que ha sido su mensaje final, antes de zarpar, a la tierra prometida que un día hemos de estar.
Honores a aquel vetusto intelectual que sus neuronas no supo aprovechar y que por misericordia, la vida, encontró, a la llamada de puerta de un joven llamado Miguel, el canillita, del cual, en sus labios conoció el amor y el perdón, palabras más usadas en el Libro más reproducido en el mundo, La Biblia. Y que en adelante su vida entregó a luchar por dar lo que nunca supo recibir, consejos, consejos esforzados por  mostrar la realidad de la vida y por dar a conocer el propósito de esta a las nuevas generaciones.